XAGAR

Hitz Galduen Topagunea

San Mamés decidirá el futuro de su equipo

El Athletic tendrá que esperar al 4 de marzo para saber si se cumple su sueño de volver a disputar la final de Copa. Un choque en el que San Mamés deberá desplegar toda su fuerza para decidir la eliminatoria, ladeada ahora en favor del Sevilla (2-1), después de que los andaluces remontasen el gol que anotaba Fernando Llorente en el primer tiempo.

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SEVILLA-. Jarreó durante toda la jornada en Sevilla, tanto que el partido estuvo a punto de suspenderse. Pero el jarro de agua fría llegó cuando parecía que el cielo ya había acabado de descargar. El nubarrón tenía nombre propio, Acosta, y eligió el minuto 92 para ladear del lado sevillista una eliminatoria que, con todo, y tal y como se esperaba, se decidirá en San Mamés.

Realmente, el 2-1 con el que concluyó el choque del Sánchez Pizjuán no es, ni de lejos, el peor resultado imaginable, con noventa minutos por disputar en Bilbo. Pero el siempre amargo «lo que podía haber sido» emborrona las sensaciones de un Athletic que, pese a la derrota, se mantiene vivo, pero que podía haber regresado con pie y medio en la final. En esas estuvo durante un cuarto de hora, el que separó los goles de Fernando Llorente y Duscher.

Claro que, puestos a especular, el resultado puede también observarse con ojos más benevolentes, teniendo en cuenta que el Sevilla perdonó un penalti, envió un balón al palo y, durante buena parte del segundo tiempo, tuvo a su rival contra las cuerdas. Así que más vale conformarse con lo que hay y confiar en que la olla a presión que será San Mamés el próximo cuatro de marzo haga bueno el gol de Llorente.

No lo fue, o al menos no tanto como de costumbre, el Sánchez Pizjuán. Responsabilidad de la lluvia, más bien del diluvio, que padeció Sevilla durante toda la jornada. A las ocho de la tarde, de hecho, la disputa del encuentro corría serio peligro, con el césped del Pizjuán como una pisicina. Afortunadamente, dejó de llover y entre el drenaje del estadio y los operarios del club lograron que el choque comenzase, aunque fuera con un cuarto de hora de retraso.

El choque, con todo, quedó lógicamente mediatizado. Quizá porque está por la labor de rememorar los buenos días, el Athletic se adaptó mejor de primeras a un césped, y a un juego, que recordaba a otros tiempos. En la primera parte, el Sevilla se empecinó en conducir el balón, algo prácticamente imposible. La iniciativa y la pelota quedaron, así, en manos del cuadro local, que asustó especialmente a balón parado. Pero las mayores sensaciones de peligro llegaban en las inmediaciones de Andrés Palop, con David López, Ion Vélez, Fernando Llorente y, sobre todo, Fran Yeste, sabiendo moverse en función de las circunstancias.

Tampoco es que Gorka Iraizoz estuviese de sobra -Romaric, de hecho, envió un balón al larguero-, pero se veía más chispa por parte rojiblanca y el gol, de hecho, acabó llegando para los de Joaquín Caparrós. A dos minutos del descanso y en el primer córner que botaba su equipo, Llorente, con Squillaci colgado de la chepa, cabeceó el 0-1.

A las agencias de viajes vizcainas se les abría un claro en mitad de la crisis, con los aficionados rojiblancos planificando ya su mes de mayo en función de la final copera, que se veía cada vez más cerca. También en los minutos posteriores al descanso, que arrancaron con una gran ocasión de Ion Vélez.

Del todo a la nada

Pero el futuro no tardó en encapotarse, con una jugada que reanimó al Sevilla. Al cuarto de hora de la reanudación, el partido pasó de un posible 0-2 al empate. Una buena jugada de Yeste y Ion Vélez acabó en córner; lo cortaron los andaluces que, a la contra, rozaron el gol por medio de Acosta. Lo evitó Koikili, cruzándose para enviar por línea de fondo. Y en ese córner sí, con un par de remates y otro larguerazo de por medio, el Sevilla acabó llevándose el gato al agua por medio de Aldo Duscher.

Y el Athletic empezó a sufrir, ante un rival crecido que, de una u otra manera, conseguía plantarse en el área de Gorka Iraizoz una y otra vez. Llegaron los cambios, pero no cambiaba el sino de un partido que se les escapaba a los rojiblancos, cada vez más conscientes de las bondades del empate.

Pero ni siquiera a éste pudieron aferrarse. Y eso que la fortuna acompañó al Athletic cuando, a siete minutos del final, el Sevilla desperdiciaba su mejor ocasión. Javi Martínez zancadilleaba a Kanouté dentro del área y el propio delantero se encargaba de lanzarlo. Su primer remate se fue al palo y el segundo -que quedó finalmente invalidado, al no haber tocado el balón otro jugador- lo detuvo, por si acaso, Iraizoz.

Parecía una señal, a la que el Athletic no fue inmune. Los rojiblancos volvieron a aparecer e, incluso, a acercarse a Palop. Pero, como sucediera con el tanto del empate, pasaron del todo a la nada y de nuevo con una jugada embarullada de por medio. Un cabezazo de Iraola se marchó fuera por los pelos y, casi de inmediato, los locales anotaron el 2-1, en otra acción repleta de remates y rechaces dentro del área y gol, finalmente, a cargo de Acosta.

Un pequeño estropicio final que obliga a equipo y afición a lucirse dentro de un mes.