XAGAR

Hitz Galduen Topagunea

El montañismo


Es casi imposible plasmar con palabras cómo se siente un montañero al llegar a la cima. A su vez es muy difícil trasmitir el valor de amar la naturaleza. Y por último, es casi impensable lograr una respuesta que conteste a la pregunta ¿Por qué?

Gente no aficionada al montañismo lo podría calificar como locura y otro diría que es arriesgar la vida sin ningún sentido. ¿Acaso es de locos perseguir un sueño, disfrutar la naturaleza o dirigir tus pasos hacia una forma de vida más ecológica? El montañismo es como un revuelto de tortilla, donde la materia prima ya existe, pero cada ingrediente eres tú. No hay dos montañismos iguales, no hay dos formas idénticas de ascender un monte… No es un disfrute unidireccional; el montañismo nos aporta más de lo que nosotros le aportamos a él. No es una locura, no es riesgo, no es adrenalina ni furor de la cima; el montañismo, sobre todo, es una filosofía de vida, un modo de vivir.

Pero durante los últimos años está sufriendo un cambio radical de base. Mientras una parte de la sociedad intenta mantener los valores que en su día aprendieron de pequeños (amar la naturaleza, sufrimiento, saber renunciar…) otra parte intenta de cualquier manera sacar partido económico sin renunciar a destruir las montañas.

Cada día es más común ver a grupos de personas intentar ascender a montañas altas sin el material ni preparación adecuada. Yo mismo tuve que ayudar hace dos veranos a un señor a bajar la Escupidera del Perdido porque llevaba zapatillas de deporte mientras que nosotros íbamos con crampones y piolet.



A todos aquellos que piensan que ir al Pirineo es como ir al campo a por setas, les invito a leer y aprender el decálogo que Reinhold Messner presentó al Parlamento Europeo con la intención de que se discutiera durante el Año Internacional de las Montañas 2002 y que sirviese como referente para regular y proteger los espacios montañosos europeos.

  



DECÁLOGO DEL BUEN MONTAÑERO


 1.-Llevar ropa ante cualquier cambio atmosférico; y tampoco olvidar paraguas (que nunca se sabe).

2.-La comida. Mejor que sobre, que no que falte.

3.-El agua. Llevar abundante (si no prevés encontrarla POTABLE por el camino).

4.-Nunca tirar basura. El monte es de todos, y la basura es “biodesagradable”.

5.-No hace falta correr, si el tiempo no apremia. El monte no va ir a ningún lado.

6.-Tampoco dormirse. Sobre todo ante la posibilidad de un tiempo adverso o la llegada de la noche (o que el bus se marche sin ti).

7.-Siempre con alegría. Cantando es un buena forma (aunque después llueva).

8.-Respetar el medio por el que te mueves, al igual que a las personas que te acompañan.

9.-Párate y disfruta del paisaje, de vez en cuando. ¿Para qué sirve lo hermoso si nadie se para a observarlo?

10.-Convierte el aire libre y el senderismo en una de tus principales aficiones.


 Pero no solo ellos son los que tienen que tener las cosas claras, dado que como el mismo Reinhold decía: “hasta el mejor montañero debe seguir aprendiendo de la montaña”. Por eso a todos los montañeros, ya seáis principiantes, aficionados o profesionales os presento el segundo decálogo de Messner:


 DECÁLOGO DEL MONTAÑERO RESPETUOSO


 - Necesitamos las montañas tanto como ellas a nosotros.

- Animales, plantas y rocas forman una delicada comunidad que merece todo nuestro respeto.

- Tómate tiempo para ver, escuchar y aprender cientos de cosas sobre las montañas, porque se ama más aquello que se conoce.

- Une estos conocimientos a tu entusiasmo y a tu inteligencia para poder visitar las montañas durante toda tu vida.

- Respeta el agua y el suelo porque son la base de la vida. No enciendas fuego ni uses productos químicos en las montañas.

- Anda los caminos y visita las cumbres dejando el rastro más leve posible.

-Llévate de vuelta al valle cuanto subió contigo en la mochila.

- Escucha el silencio de las montañas: tiene muchas cosas que decirte.

- Zona para la aventura, la amistad, la contemplación para nosotros y para los hijos de nuestros hijos.

- Ayúdate a ti mismo cuidando las montañas, porque son algo tuyo.

 

Disfruta de la montaña, pero acuérdate de dejarlo tal y como está, para que tus hijos puedan disfrutarlo también. Ámalo, mímalo y aprende de él, pero sobre todo cuídalo.