XAGAR

Hitz Galduen Topagunea

El que no duerme nunca deja de soñar

Cuaderno de Bitácora:

Son las 3:03 de la mañana y me ha vuelto a pasar. Ya no sé qué hacer. No puedo dormir.

¿Te ha pasado alguna vez que por mucho que lo intentas no consigues conciliar el sueño? ¿Te ha ocurrido alguna vez que cuando te duermes viajas a la misma pesadilla que no te deja dormir? ¿Has vivido alguna vez la sensación de que las pesadillas son tan reales que parecen la cruda realidad?

Pues así estoy yo. Cada noche, desde hace unos días, la misma pesadilla viene a mí al conciliar el sueño. No tarda mucho en acudir, dado que al despertar no han pasado más de 15 o 20 minutos desde que me duermo. Es un ciclo incesante y continuo que solo para durante el día.

Acaso te estarás preguntando: ¿y cómo es esa pesadilla que no te deja ni dormir?

Lo último que recuerdo al cerrar los ojos es que estoy bajo un manto de estrellas brillante que al son de la Luna iluminan mi habitación como si de una mirada se tratasen.

La siguiente vez que abro los ojos he viajado a través del espacio y del tiempo hasta la Peña Satrustegi. Estoy al borde del precipicio caminando por el hermoso cresterío; hace un día genial.

De pronto, un mal paso me conducen hacia el abismo... pero justo antes de caer me agarras. Yo pienso que todo ha sido un susto y que ya se ha terminado. Pero no es así. Una sonrisa malévola surge de tu boca y el día se oscurece y se vuelve gris en un momento.

Comienzas a soltarme aun sabiendo que caeré.

Caigo y cierro los ojos.

Al abrirlos estoy en el hospital, no puedo moverme. Estoy parapléjico. Mis piernas no responden, no puedo andar; estoy destinado a vivir sentado en una silla de ruedas para toda la vida. El miedo aflora por todo los poros de mi cuerpo. Miro a mi alrededor, no estás. Están mis padres, mi hermana acaba de llegar, oigo a algún amigo en el pasillo... Intento dormir.

Duermo.

Al despertar me encuentro en la ciudadela, solo, sentado en mi silla de ruedas. Y tras leer una poesía del libro "El cementerio de los versos perdidos" de Txus, suelto el freno de la silla de ruedas y me lanzo al vacío.

Al chocar con en suelo me despierto taquicárdico y lleno de sudor. La pesadilla ha terminado y me pregunto a mí mismo si en mi siguiente intento no aparecerá.

Todo ha sido una pesadilla, vuelvo a la realidad. Nada ha cambiado; bueno sí, las estrellas de mi habitación han dejado de brillar.