XAGAR

Hitz Galduen Topagunea

PALABRAS DE HONOR

Hubo un tiempo en que los chicos nos pegábamos a la salida del colegio porque, durante el recreo, alguien había puesto en duda nuestra palabra de honor. En aquella época, más ingenua que ésta, de cine con bolsa de pipas, de tebeos del Guerrero del Antifaz, de libros de la colección Historias o Cadete Juvenil –Con el corazón y la espada, Ivanhoe, Quintín Durward, El talismán y cosas por el estilo–, de reyes magos que traían la espada del Cisne Negro, poner el honor como aval de esto o lo otro era un argumento al que algunos recurríamos con cierta soltura. Quizá porque también oíamos esa palabra en boca de nuestros mayores. En cualquier caso, con esa recta honradez que suelen tener los muchachos mientras no crecen y la pierden, algunos solíamos llevar el asunto hasta las últimas consecuencias. Eso solía zanjarse más tarde, fuera de clase para no incurrir en indisciplinas punibles por el hermano Severiano, o su homólogo de turno según el lugar y las circunstancias. Resumiendo: círculo de compañeros, carteras en el suelo, puños y allá cada cual. Zaca, zaca. A veces, al acabar, nos dábamos la mano. A veces, no. De cualquier modo, como digo, eran otros tiempos. Hoy le hablas a un chico de honor y lo más probable es que te mire como si acabaras de fumarte algo espeso. Como mucho, si mencionas esa palabra –«Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo», dice el DRAE– algunos pensarán en rancios lances de capa y espada, en talibanes fanáticos que lapidan a su hija porque se niega a usar burka, o en esa gentuza que de vez en cuando aparece en el telediario diciendo: «Prometo por mi honor cumplir los deberes de mi cargo», etcétera. No hay nada más eficaz para corromper la palabrahonor que ponerla en boca de un político: una ministra de Educación, un ministro de Economía, un presidente de Gobierno. Pasados, presentes o futuros, todos ellos, sean cuales fueren sus partidos e ideologías. Igualados en la misma desvergüenza. 

Pero no sólo se trata de políticos, ni de jóvenes. Cada sociedad, en cada momento, es lo honorable que llega a ser el conjunto de sus individuos. Las menudas honras, que decían los clásicos cuando ambas palabras, honra y honor, andaban emparentadas, y no siempre para bien. Muchas son las infamias que en todo tiempo se cometieron en nombre de una y otra, como sigue ocurriendo. No hay palabra, por noble que sea, que no deje una larga estela de canalladas perpetradas al socaire. Sin embargo, pese a todo eso y a la lucidez obligada del siglo en que vivimos, a veces lamentas no encontrar con más frecuencia a gente en la que el honor sea algo más que una fórmula equívoca o un recurso demagógico, vacío de sentido. A fin de cuentas, la propia estima, los «deberes respecto del prójimo y de uno mismo», también ayudan a conseguir un mundo mejor y más justo. O a soportar el que tenemos. 

Recuerdo una historieta personal que viene al pelo. Ocurrió hace casi treinta años, cuando yo conducía por una carretera del sur de España. Adelanté frente a un cambio de rasante, con el espacio justo para ponerme a la derecha sólo unos palmos antes de la línea continua. En ese momento, una pareja de motoristas de la Guardia Civil coronaba la rasante; y el primero de ellos, creyendo desde su posición lejana que yo había pisado la línea, hizo gestos enérgicos para que detuviese el coche. Paré en el arcén, seguro de que no había llegado a infringir las normas. Se acercó un picoleto joven, corpulento, hosco. Ha pisado usted tal y cual, dijo. Me bastó echarle un vistazo a su cara para comprender que de nada servía discutir. «¿Quién está al mando?», pregunté con mucha corrección. Me miró, desconcertado. «El cabo», respondió, señalando al compañero que había estacionado la Sanglas al otro lado de la carretera. Salí del coche, crucé el asfalto y me acerqué al cabo. Era veterano, bigotudo. «Pagaré la multa con mucho gusto», dije. «Sólo quiero pedirle que antes me permita hacerle una pregunta.» Me miraba el guardia suspicaz, sin duda preguntándose a dónde quería ir a parar aquel fulano redicho que tenía delante. «¿Me da usted su palabra de honor –proseguí– de que me ha visto pisar la línea continua?» Me estudió un rato largo, sin abrir la boca. Al cabo hizo un seco ademán con la cabeza. «Puede irse», respondió. Entonces fui yo quien se lo quedó mirando. «Gracias», dije. Le tendí la mano y él, tras una brevísima vacilación, me la estrechó. Di media vuelta, subí a mi coche y me fui de allí. Fin de la historia. 

Y ahora intenten imaginar hoy una situación parecida. «¿Me da usted su palabra de honor, señor guardia?» El motorista revolcándose de risa por el arcén, con el casco puesto. Y luego, con toda la razón del mundo, haciéndome soplar en el alcoholímetro y calzándome tres multas: una por pisar la continua, otra por ir mamado y otra por gilipollas.

Clara realidad de estos dos señoritos!

Búsqueda de tu teroso



Los seres humanos somos como flores: adornando un paisaje, cada flor única y particular. Hay flores finas otras silvestres, hay flores delicadas, hay flores llamativas, las hay también sencillas pero no por ello menos bellas, tu eres una flor, estas aquí para hacer con tus colores de este paisaje un lugar mas agradable , con tu sonrisa , con tus palabras, con tu actuar, tu ternura y calidez ... 


Mucha gente piensa que la verdadera felicidad se encuentra en el amor. Yo no creo que sea necesario estar enamorado. El amor, como otras muchas cosas, es una dosis de felicidad. Pero también es una droga. Siempre queremos más. Siempre buscamos más. 



Buscamos la felicidad como si fuera la isla del tesoro. Utilizamos nuestras vivas como si fueran mapas, y las usamos para buscar algo, sin saber el que. Algo que podamos utilizar, cual medicina para ser felices. Es la búsqueda del tesoro.





Pero no nos damos cuenta que la felicidad no es el tesoro, es la búsqueda en si. La felicidad es una forma de vida, no el resultado de ella. El tesoro soy yo, eres tú, son todos. Cada persona es un tesoro que debemos buscar. Y nuestra propia búsqueda esta colmada de pistas: una mirada, una sonrisa, un beso... y la muerte, que espere.



Y si ahora me preguntas quien soy yo? pues eso soy... solamente una flor.

Belleza eres tú

Quedarse maravillado al contemplar una rosa, una puesta de sol, o un paisaje, es algo que hemos experimentado en varias ocasiones. Posiblemente hasta hayamos coincidido con otras personas a la hora de hacer esta valoración. Pero en cambio no hemos sido capaces de concretar por qué nos gusta. Sólo acertamos a decir que se trata de algo bello. En sí mismo. En cambio, cuántas opiniones y gustos se pueden reunir en torno a un vestido, un cuerpo, un edificio, un peinado, etc.

¿Qué es entonces la belleza? ¿Se puede concretar en términos objetivos? "No por repetido deja de ser cierto -asegura Desojo- que 'la belleza está en el interior', porque es una verdad grande. Una persona que se cuida tanto física como mental y espiritualmente, que se esfuerza por estar mejor individualmente pero también lucha por mejorar su entorno, que vive de acuerdo a lo que tiene, que busca el conocimiento y la tranquilidad, que valora lo que cuesta trabajo, será una persona feliz, con buen talante, que disfrutará de la vida y por ello tendrá mejor cara, expresión más agradable y postura más valiente frente a la vida. Será por tanto más atractiva". El psicólogo Miguel Ángel Cueto considera también un error el dejarse influir por el perfeccionismo que marcan los cánones, es más positivo mirar hacia dentro de cada uno para "darnos cuenta de que somos seres humanos, y que el trabajo más importante en nuestra vida es ser nosotros mismos. Nadie espera que seamos algo más. Ya somos personas maravillosas y magníficas".

Ha sido la filosofía oriental quien desde siempre ha hecho una valoración más profunda del tema. La belleza, dicen los orientales, es un estado del ser, y ese estado del ser surge con la riqueza interior; cuando la mente es libre y no funciona en base a temores y condicionamientos externos. Hablaríamos por tanto de una belleza que no se compra, ni se vende, que no depende de modas, adornos, color de piel, país o cultura. Es una belleza que emana fruto del trabajo personal, por tanto está al alcance de todo el que quiera cultivarla.

Algunos han ido más allá y aseguran que potenciando esos atributos, cualidades que cada uno posee, en cada momento, cada día, con nuevos retos... el resultado sería una belleza cambiante, cautivadora, que aflora al exterior. 

Porque al final queda demostrado que ambas bellezas se unen y la consecuencia no escapa a los ojos de ningún mortal.

Fuerzas estudiantiles, ja!

Viernes 13 de octubre de 1307, a 702 años de un crimen sin justicia

Corría el año 1307 y en Francia reinaba Felipe IV. La Corona francesa dependía financieramente de la Orden del Temple ya que las deudas contraídas con ella eran tan enormes que casi podría decirse que Francia pertenecía a los Templarios.

Así las cosas, con la ayuda de Guillermo de Nogaret y la dejadez del Papa Clemente V, el rey de Francia se propuso acabar con su dependencia de la Orden y llenar sus arcas con los bienes de los Templarios. Se urdió una trama inculpatoria en la que se acusaba a los Caballeros del Temple de herejía, asegurando que "renegaban de Dios, escupían sobre Su imagen y adoraban a un ídolo cuando celebraban sus capítulos"

Con el mayor sigilo se preparó una gran acción policial para el arresto de todos los Templarios que vivieran en tierras francesas. Se remitieron cartas de doble pliego a todos los alcaldes, senescales y caballeros del rey: en el primero de los pliegos se les informaba que habrían de seguir las precisas instrucciones contenidas en el segundo y que éste lo abrirían sólo en una fecha determinada y a una hora exacta.

Así aleccionados, el día 12 de octubre de 1307, una gran cantidad de funcionarios de todo el reino, abrían el segundo pliego de la carta y al alba del viernes 13 de octubre todos los Templarios de Francia fueron arrestados a la vez. Se da la cifra de unos cuatro mil, incluido el Gran Maestre , Jacques de Molay.

Con sus luces y sus sombras los Templarios estaban en el mismo corazón de Europa desde hacía doscientos años y más que en ningún otro país, en Francia, donde había sido creada la Orden. Muchas personas creyeron que la aniquilación de los Templarios era una desgracia y desde entonces pasó a considerarse el Viernes 13 como una fecha fatídica, creencia que aún persiste.

La persecución de la Orden por los monarcas europeos que codiciaban los bienes muebles e inmuebles de la Orden fue implacable, excepto en Portugal donde pudieron seguir viviendo en paz.

De los terribles sufrimientos y torturas que soportaron los Templarios, de sus muertes en la hoguera y de los que consiguieron escapar o ingresar en otras Ordenes, así como de su brillante historia anterior, hay extensa bibliografía fácilmente localizable.

¿¿Donde esta en matamoscas??

Tut-tut-tut

Muere una vaca acosada por un asno

Un vecino de la localidad gaditana de San Roque solicita una indemnización por la muerte de una vaca cuando huía del acoso sexual de un burro propiedad de la Corporación municipal. El propietario de la vaca alega que el asno entró en su terreno persiguiendo a su animal con intenciones deshonestas, y ésta al tratar de escapar del acoso cayó por un terraplén como consecuencia de lo cual murió.

La historia comienza cuando los munícipes de San Roque deciden adquirir un burro para el portal del Belén viviente que instalan todos los años por Navidad. El burro pasa el resto del año en una finca de la localidad lindante con la del propietario de la vaca fallecida que se dedica a la producción de leche.

La demanda del vecino señala que fue el burro quien entró en su terreno acosando sexualmente a la vaca, mientras que el Ayuntamiento considera que la vaca provocó al asno. José Lara, concejal del Ayuntamiento de San Roque, explica su versión de los hechos: 'se trata de un burro joven, con mucha fuerza, y claro, al salir la vaca completamente desnuda, con las tetas al aire, pues igual el animal se salió de madre y embistió'.

Ahora serán los servicios jurídicos del Ayuntamiento los que tendrán que decidir si hubo realmente acoso sexual por parte del burro.



Rotula fibrilar


Rotula fibrilar del palmar menor, a tomar por culo todos los planes.

Disfrutando de esta alegría!


Hay veces que pienso: ¿para qué escribir algo en el blog si nadie comenta nada?
Pero hoy es un día de esos que te da igual si la gente comenta o no, hoy es un día para disfrutar.


Más vale fuerza que maña

TODO ESTÁ DICHO.

El montañismo


Es casi imposible plasmar con palabras cómo se siente un montañero al llegar a la cima. A su vez es muy difícil trasmitir el valor de amar la naturaleza. Y por último, es casi impensable lograr una respuesta que conteste a la pregunta ¿Por qué?

Gente no aficionada al montañismo lo podría calificar como locura y otro diría que es arriesgar la vida sin ningún sentido. ¿Acaso es de locos perseguir un sueño, disfrutar la naturaleza o dirigir tus pasos hacia una forma de vida más ecológica? El montañismo es como un revuelto de tortilla, donde la materia prima ya existe, pero cada ingrediente eres tú. No hay dos montañismos iguales, no hay dos formas idénticas de ascender un monte… No es un disfrute unidireccional; el montañismo nos aporta más de lo que nosotros le aportamos a él. No es una locura, no es riesgo, no es adrenalina ni furor de la cima; el montañismo, sobre todo, es una filosofía de vida, un modo de vivir.

Pero durante los últimos años está sufriendo un cambio radical de base. Mientras una parte de la sociedad intenta mantener los valores que en su día aprendieron de pequeños (amar la naturaleza, sufrimiento, saber renunciar…) otra parte intenta de cualquier manera sacar partido económico sin renunciar a destruir las montañas.

Cada día es más común ver a grupos de personas intentar ascender a montañas altas sin el material ni preparación adecuada. Yo mismo tuve que ayudar hace dos veranos a un señor a bajar la Escupidera del Perdido porque llevaba zapatillas de deporte mientras que nosotros íbamos con crampones y piolet.



A todos aquellos que piensan que ir al Pirineo es como ir al campo a por setas, les invito a leer y aprender el decálogo que Reinhold Messner presentó al Parlamento Europeo con la intención de que se discutiera durante el Año Internacional de las Montañas 2002 y que sirviese como referente para regular y proteger los espacios montañosos europeos.

  



DECÁLOGO DEL BUEN MONTAÑERO


 1.-Llevar ropa ante cualquier cambio atmosférico; y tampoco olvidar paraguas (que nunca se sabe).

2.-La comida. Mejor que sobre, que no que falte.

3.-El agua. Llevar abundante (si no prevés encontrarla POTABLE por el camino).

4.-Nunca tirar basura. El monte es de todos, y la basura es “biodesagradable”.

5.-No hace falta correr, si el tiempo no apremia. El monte no va ir a ningún lado.

6.-Tampoco dormirse. Sobre todo ante la posibilidad de un tiempo adverso o la llegada de la noche (o que el bus se marche sin ti).

7.-Siempre con alegría. Cantando es un buena forma (aunque después llueva).

8.-Respetar el medio por el que te mueves, al igual que a las personas que te acompañan.

9.-Párate y disfruta del paisaje, de vez en cuando. ¿Para qué sirve lo hermoso si nadie se para a observarlo?

10.-Convierte el aire libre y el senderismo en una de tus principales aficiones.


 Pero no solo ellos son los que tienen que tener las cosas claras, dado que como el mismo Reinhold decía: “hasta el mejor montañero debe seguir aprendiendo de la montaña”. Por eso a todos los montañeros, ya seáis principiantes, aficionados o profesionales os presento el segundo decálogo de Messner:


 DECÁLOGO DEL MONTAÑERO RESPETUOSO


 - Necesitamos las montañas tanto como ellas a nosotros.

- Animales, plantas y rocas forman una delicada comunidad que merece todo nuestro respeto.

- Tómate tiempo para ver, escuchar y aprender cientos de cosas sobre las montañas, porque se ama más aquello que se conoce.

- Une estos conocimientos a tu entusiasmo y a tu inteligencia para poder visitar las montañas durante toda tu vida.

- Respeta el agua y el suelo porque son la base de la vida. No enciendas fuego ni uses productos químicos en las montañas.

- Anda los caminos y visita las cumbres dejando el rastro más leve posible.

-Llévate de vuelta al valle cuanto subió contigo en la mochila.

- Escucha el silencio de las montañas: tiene muchas cosas que decirte.

- Zona para la aventura, la amistad, la contemplación para nosotros y para los hijos de nuestros hijos.

- Ayúdate a ti mismo cuidando las montañas, porque son algo tuyo.

 

Disfruta de la montaña, pero acuérdate de dejarlo tal y como está, para que tus hijos puedan disfrutarlo también. Ámalo, mímalo y aprende de él, pero sobre todo cuídalo.



Hizkuntza baten herritasuna




¡¡Grande Josep Lluis, muy grande!!